AREA:
EDUCACIÓN COMUNITARIA, CULTURA Y DESARROLLO HUMANO
México, Distrito Federal abril del 2012.
Gloria Campos
ACERCAMIENTO AL DIÁLOGO DE SABERES
(Síntesis de
distintos autores sobre el tema: Germán Mariño, Sergio Martinic, Alfredo Ghiso,
Otto Maduro, Diego Palma, Oscar Jara)
El diálogo de saberes en
educación popular e investigación comunitaria (IAP) se ha comprendido como
principio, enfoque, referente metodológico y como un tipo de acción
caracterizada por el reconocimiento de los sujetos que participan en los
procesos.
Para emprender el camino del
diálogo en procesos de educación popular y de investigación comunitaria se
requiere tener en cuenta algunas condiciones como: el reconocimiento de sujetos
dialogantes, los ámbitos que lo posibiliten, las experiencias vitales
diferentes/semejantes que quieren ser compartidas. Es desde estos elementos que
se puede construir una semántica de los hechos, de los intereses e
intencionalidades, de los saberes, de las expresiones e interacciones, de las
percepciones, de las vivencias y deseos.
Es ir tras la pista de recuperar,
en las experiencias, las referencias sensibles que faciliten explorar, expresar
y recrear nuestro conocimiento sobre la identidad y transitividad de las
prácticas, la resolución creativa de problemáticas y la configuración de
vínculos sociales.
Hay que reconocer que en toda la
propuesta, en los campos teórico/prácticos de la educación popular y de la
investigación comunitaria, se expresan tradiciones conceptuales, metodológicas,
operativas que influyen en la definición de las estrategias. En las propuestas
de trabajo que algunos investigadores comunitarios y educadores populares
vienen desarrollando buscan que los dispositivos metodológicos diseñados favorezcan
y faciliten el diálogo de saberes. Muchas de ellas se guían por principios como los de la complejidad, en la
medida en que permiten visibilizar y hacer explícitos los diversos elementos
que se entrelazan para dar razón de diferentes orígenes y contextos,
reconociendo el carácter recursivo, complementario y hologramatico de los
componentes y relaciones del proceso formativo o de construcción de
conocimiento y la transversalidad de focos como los del lenguaje, el saber, el
ejercicio del poder, las imágenes, ideas, nociones, comprensiones e intenciones
ligadas a acciones, a recuerdos a deseos, que discursivamente se expresan en
proyectos que posibilitan horizontes y escenarios viables en los que la
interacción entre los diferentes actores configure diversos estilos de
establecer vínculos que potencien el sujeto, sus procesos de reflexividad y
capacidades.
Los dispositivos diseñados para
el desarrollo de experiencias investigativas y formativas, en donde el diálogo
de saberes es el eje, tienen la característica de ser polifocales, permitiendo
que los involucrados puedan observar todas las dimensiones que conforman su
ser. Esto facilita la recreación de vínculos realmente equitativos en el marco
de las relaciones entre sujetos diferentes en el campo del poder/saber.
En el desarrollo de una semántica
de los hechos característico de un proceso dialógico en el que el conocimiento
social se construye distinguimos tres tareas claves a realizar:
a)
reconocer la diferencia e identidad en
experiencias semejantes o análogas
b)
identificar los códigos, símbolos e imaginarios
que permiten expresar, comprender, interpretar y recontextualizar saberes y
experiencias sociales comunes, cotidianas y profundamente vividas, por
consiguiente altamente significativas
c)
reconocer los sentidos y supuestos ocultos que
están mediando la expresión y la comprensión de la experiencia y posiblemente
condicionando la apropiación de saberes exógenos a las personas y a los grupos
En todo esto como diría Lipman
(97) “la cuestión no es si podemos mostrar la identidad de los significados,
sino si somos capaces de mostrar semejanza de significado”. Es en este desafío,
donde situamos el diálogo de saberes como una posibilidad de recrear y
dinamizar reflexividades sociales, de sujeto a sujeto, sabiendo que se dan
desigualdades, que tienen que ser asumidas como punto de partida en la
construcción de sentidos comunes. Quizás de esta manera no sólo se comprende
más sino que también se reconstruyen las relaciones perdidas.
El desarrollo de una semántica de
los hechos implica retomar memorias, imágenes, nociones e ideas fundantes,
aquellas que nos hacen semejantes/diferentes; esto es ponerse al descubierto y
descubrirse en las contradicciones y coherencias del propio/ajeno pensar,
hacer, sentir y todo esto se produce gracias a la mediación del lenguaje del
Otro, en un ámbito ecológico y social que lo caracterizamos por ser dialógico.
El diálogo de saberes tiene la
característica de ser contextuado en un tiempo y en un territorio desde donde
pueden ser objetivados, comprendidos, interpretados y recreados el sentido
particular, vivencias, interacciones, lenguajes. Las relaciones que se
establezcan entre aspectos, focos y componentes permitirán hacer visibles e
invisibles unas expresiones, unos sentidos y unos conocimientos.
Se asume como punto de partida
que la experiencia humana no se interpreta por fuera de un contexto de
relaciones que la configuraron como tal. Es así como reconocemos su carácter
histórico y como los diversos elementos que forman la experiencia están
relacionados entre sí y con la totalidad de la vida que se devela a través de
la experiencia misma.
Las personas no se comprenden
solas, mediante la introspección, sino principalmente a través de observaciones
sobre su vida y la vida de otros. Para ello se precisa de la mediación de
manifestaciones de experiencias de vida ajena (otredades), que van desde las
más espontáneas, como miradas, gestos y exclamaciones, hasta las más
conscientes como es la expresión artística o científica.
Para que exista un proceso
interpretativo se requiere tanto del autoconocimiento, como de la comprensión
de la vida ajena, que es lo mismo que decir: interpretación comprensiva de
otras vidas y en definitiva de otras historias o formas de ser, estar, sentir y
expresar el mundo. En los procesos educativos e investigativos que toman como
ejes la interacción y el diálogo de saberes, la hermenéutica consiste en la
comprensión de la vida ajena y extraña que convive con la experiencia propia.
La autocomprensión y la comprensión de otras vidas no son separables.
En el diálogo la palabra del otro
alcanza nuestras significaciones y nuestras palabras alcanzan las suyas. Es por
medio de las expresiones, sus componentes y sus relaciones que se puede
encontrar, reconstruir, comprender e interpretar en su diversidad y semejanza
la alteridad. Se denomina comprensión al proceso en el que, a partir de las
manifestaciones estas hacen tránsito a través de imágenes, ideas y nociones,
que al problematizarse se asumen como conocimientos. Y se entiende la
interpretación como la comprensión de
las manifestaciones de la vida expresada por medio de relatos, textos,
imágenes, lenguaje, buscando descubrir ámbitos significativos que constituyen
fuentes de saber sobre el quehacer de las personas en un contexto social,
cultural, ecológico, político, económico determinado. La hermenéutica es el
camino que se utiliza para tematizar, relacionar, contextualizar, comprender y
problematizar esas manifestaciones vitales. Es tomar conciencia de la dimensión
configurativa histórico/cultural de todas las objetivaciones por medio de las
cuales se expresa socialmente la vida de los sujetos. Es una comprensión con
arraigo en su contexto originario.
Desde esta concepción y práctica
de hermenéutica colectiva se requiere el desarrollo de diseños metodológicos
que nos permitan trabajar diferentes núcleos que favorecen la interpretación
crítica de la realidad social:
a)
núcleo histórico: que trabaja sobre sucesos y
sus repercusiones profundas en los sujetos. Los sujetos se comprenden en
relación al suceso que es ámbito configurativo de identidades, expresiones,
intereses, relaciones. Estos sucesos nos permiten acercarnos desde la
complejidad de los acontecimientos a las
motivaciones profundas, imágenes, saberes y acciones de los sujetos. El
núcleo histórico no amarra o fija, por el contrario, es a partir de él y del
recuerdo que se puede emprender un tránsito hacia realidades invisibles,
latentes, profundas, plenas de sentido.
b)
núcleo territorial: donde se trabajan los espacios
vitales, configuradores de saberes. Espacios internos y externos, espacios de
procesos, movimientos, tránsitos, de hitos, mojones, marcas y signos en los que
confluyen las cargas de sentido, las
confianzas y desconfianzas, la vida y la muerte. Son espacios de la voz y del
silencio. Son espacios reales y virtuales. Son espacios de diálogo y censura.
Es en ámbitos polivalentes donde los sujetos de diálogo se configuran como tal,
se distancian o acercan, se observan o se niegan, se encuentran o se alejan.
c)
núcleo de interacción: aquí se trabaja el
consensuar, el concertar, el reconstruir y el deconstruir relatos sobre el
hacer, ser saber y vivenciar, saberes y sentidos. Desde este núcleo las
personas reconocen espacios, ritmos, acciones, proyectos que pueden potenciar
la vida. La interacción frena la entropía y la degradación social ya que
recarga de sentido y potencia las sinergias desde las capacidades que brindan
los intercambios (reales o virtuales) y los encuentros entre los sujetos
involucrados en los procesos. En la interacción se pasa de la idea, la opinión
al conocimiento articulando lo que estaba disperso. En la interacción reflexiva
descubrimos como plantear el problema y actuar sobre el.
Estos aspectos nos llevan a repensar la acción
educativa e investigativa desde enfoques dialógicos buscando potenciar la
diversidad. Cuando se asume el diálogo de saberes como enfoque y acción, se
esta desarrollando una práctica hermenéutica colectiva. Plantear el tema del diálogo de saberes
implica desplazar la mirada a aspectos, que posiblemente años atrás, no se
presentaban con tanta claridad o no aparecían como retos a tener en cuenta. El
tema implica asumir con profundidad y rigurosidad el pluralismo de valores,
significados y formas de vida resultante de la existencia de múltiples medios y
mediaciones que potencian o encierran las posibilidades comunicativas de las
personas, grupos e instituciones diversas. No somos ajenos a la modificación
constante de códigos, signos y símbolos propios de configuraciones sociales,
económicas y culturales diferenciadas (jóvenes, mujeres, homosexuales, minorías
étnicas, deudores, defensores de D.D.H.H., guerrilla, paramilitares,
comisionados de paz, etc) luchando permanentemente por alcanzar su legitimidad.
Por otra parte, hay que dar
cuenta de la imposibilidad de recrear
procesos sociales desde posiciones unilaterales. Hoy el encuentro, el diálogo,
la negociación hacen parte de nuevos rituales que buscan llegar a consensos y a
agendas de negociación política. Esto ha implicado que los sectores dominantes
trabajen con especial énfasis las estructuras comunicacionales que les permiten
redescubrir la dimensión social e histórica, la tradición cultural como reserva
de esperanza y de sentidos. La comprensión de la inviabilidad de propuestas
autoritarias y el reconocimiento de esa tradición cultural fuente de sentidos
de vida, lleva a pensar que los procesos de educación popular e investigación
comunitaria lejos de cooptar, homogeneizar, asimilar la diferencia o la
contradicción tendrían que operar desde y con procesos comunicativos que
permitan esclarecer fines, mostrar la singularidad, la diversidad, la
diferencia y desigualdad; facilitando acontecimientos y proyectos orientados a
recrear las formas de resignificar la participación y la solidaridad, en un
sistema determinado por la ley del más fuerte en lo cultural, social, político
y económico.
Una propuesta dialógica lleva a
promover y fortalecer los lazos vinculares y nocionales, ello aporta en la
reconstrucción del tejido social; ya que se parte del reconocimiento de la
necesidad de reconocimiento de sujetos sociales diferentes en sus particulares
espacios de acción. Al asumir el diálogo de saberes como enfoque y acción
estamos ganando en reflexividad sobre procesos, acciones, historias y
territorialidades que condicionan, potenciando u obstaculizando, el quehacer de
las personas, grupos o entidades, estamos desarrollando el presupuesto de que
es posible configurar identidades plurales y dinámica reconociendo sus
autonomías relativas.
El reto de los procesos
educativos e investigativos, que asumen el diálogo de saberes como criterio y
acción, es el de problematizar las imágenes, ideas, creencias, nociones y
construcciones sociales de sentido, que al relacionarse con prácticas, historias,
deseos, sentimientos, vivencias y emociones, se constituyen en referentes
configurativos de proyectos o escenarios sociales posibles.
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